Conservación y Pajareo en Yanacocha: Un Refugio para el Zamarrito Pechinegro

En el corazón de los Andes ecuatorianos, donde la neblina acaricia las laderas del volcán Pichincha, se encuentra Yanacocha, un refugio de biodiversidad y un santuario para el emblemático Zamarrito Pechinegro (Eriocnemis nigrivestis). Esta historia de conservación no solo comienza con un colibrí, sino que se teje en un entramado de esfuerzos dedicados a preservar la rica avifauna de la región y su delicado ecosistema.

Un Colibrí en Peligro


Declarado ave emblemática de Quito en 2005, el Zamarrito Pechinegro no solo es un símbolo de belleza, sino también de fragilidad. Actualmente, se encuentra en peligro crítico de extinción. Para protegerlo, Fundación Jocotoco estableció la Reserva Yanacocha, un espacio que abarca 1,080 hectáreas de bosque alto andino y páramo. Este lugar no solo resguarda al Zamarrito, sino también a una impresionante diversidad de aves y mamíferos que habitan en esta región.

Acceso a la Reserva


La aventura comienza en Quito, donde un recorrido de aproximadamente 45 minutos nos lleva a la Reserva. Tras un trayecto que nos adentra en el barrio Mena de Hierro y luego hacia Nono, nos encontramos rodeados de paisajes que parecen sacados de un cuento. La llegada es mágica, con guías locales listos para compartir su conocimiento sobre la flora y fauna del lugar, incluyendo, por supuesto, la estrella del día: el Zamarrito.

Un grupo de personas se encuentra en un camino estrecho y fangoso rodeado de vegetación densa en un día de niebla.
Foto: Ñan magazine

Un Encuentro con la Naturaleza


Al adentrarnos en el bosque, la humedad del ambiente nos envuelve. La caminata nos lleva hacia el Jardín de los Colibríes, donde la vegetación exuberante nos ofrece un espectáculo visual. Las gigantescas hojas de la Gunnera pilosa, que actúan como paraguas naturales, nos recuerdan la singularidad de este ecosistema.

Los senderos bien señalizados permiten explorar a fondo, mientras los guías comparten anécdotas sobre las especies que habitamos. La diversidad es asombrosa: desde los bosques de Polylepis hasta la avifauna que incluye pavas, cóndores andinos y la espectacular Becasina Imperial.

Una persona que viste un poncho azul y un gorro se encuentra en un bosque frondoso y brumoso, mirando hacia arriba.
Foto: Ñan magazine

Programas de Reforestación


La Reserva Yanacocha no solo se dedica a la observación de aves; también implementa programas de reforestación. Se han sembrado especies nativas en áreas devastadas por incendios, restaurando así el hábitat natural. Este esfuerzo asegura que tanto el Zamarrito como otras especies amenazadas puedan prosperar en su entorno.

Un cartel de madera en un sendero forestal brumoso reza:
Foto: Ñan magazine

Una Experiencia Inolvidable


Cada rincón de Yanacocha es un recordatorio de la importancia de la conservación. Al llegar al Jardín de los Colibríes, somos recibidos por un ballet de aves que revolotean en perfecta armonía. Justo al lado, la Trocha del Inca, un intrigante laberinto de túneles, nos lleva a vistas impresionantes del Guagua Pichincha y a cascadas escondidas.

Aunque la lluvia nos acompañó en nuestra visita, la belleza del paisaje es innegable. Cada visita a Yanacocha promete ser única, dependiendo de las estaciones y la luz que nos regale la naturaleza.

Un grupo de personas con chaquetas camina por un sendero forestal brumoso, rodeado de un denso follaje verde.
Foto: Ñan magazine

Un Cierre con Estilo


Al concluir nuestra experiencia en la Reserva, el viaje a Nono nos ofrece más maravillas. Este encantador pueblo, uno de los más antiguos de la provincia, es el lugar ideal para finalizar el día. En la Hacienda Yumba Urqu, disfrutamos de un delicioso brunch con vistas espectaculares, recordando que la conservación y la admiración por la naturaleza siempre van de la mano.

Letrero de metal rústico para la Reserva Yanacocha con recortes de aves y un logotipo de Jocotoco, sobre un fondo de vegetación densa.
Foto: Ñan magazine

La Reserva Yanacocha es más que un destino; es un llamado a la acción y un recordatorio de la belleza que debemos proteger. Al salir de este refugio, llevamos con nosotros no solo recuerdos, sino también el compromiso de cuidar nuestro entorno.

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